Alberto García Chaparro ganó el Mundial de Oratoria en la Universidad de Belgrano (Buenos Aires) el pasado mes de octubre. Lejos de dormirse a los laureles, ha continuado debatiendo en el Circuito Ledu en el que considera su último año como competidor y recientemente obtuvo una sonda victoria en Bilbao con su equipo de la Universidad Pontificia Comillas.
¿Cómo resumes tu experiencia en el Mundial?
En estos siete años en el mundo del debate y la oratoria, como es lógico, he tenido muchos viajes, junto a infinidad de personas y a innumerables lugares. Sin embargo, de todos ellos, el más especial ha sido este. No solo por la distancia, que ya era un récord, sino por el especial valor sentimental de que fuera a la final de un campeonato mundial.
¿Qué aspectos más humanos destacarías de la estancia en Buenos Aires?
Sin lugar a dudas, el equipo de organización y conocer al resto de finalistas. Al fin y al cabo, estamos acostumbrados a ir acompañados de un equipo de debate, en el que somos cuatro personas y conocemos muy bien al resto de participantes. Aquí la situación era distinta. Al ser individual y con personas que no conocíamos, ese elemento personal ha sido fundamental.
¿Cómo ves la oratoria en los diversos países? ¿En qué papel pones España?
Creo que, por suerte, la apuesta por las habilidades comunicativas se está convirtiendo en una realidad de carácter mundial. Por supuesto, queda mucho por hacer, pero el camino actual es el correcto. Y, respecto al papel de nuestro país, como pudimos ver en la final del Mundial, España tiene, a mi juicio, el mayor talento en oratoria y debate de todo el mundo hispanohablante.
No todo fueron facilidades en la final. Tuviste que superar una gastroenteritis…
Sí, mi cuerpo decidió añadirle épica al asunto. ¡Por suerte fue dos días antes de la ansiada final y pude recuperarme como es debido para la ocasión!
¿Cuándo y cómo descubriste tu interés por el debate y la oratoria?
Sinceramente no puedo identificar el momento exacto en el que me interesé por hablar en público. En mi vida ha sido algo que siempre ha estado presente dentro de mí. Pero sí recuerdo la primera vez que escuché hablar del debate competitivo cuando estaba en una cena con unos amigos después de una función de teatro. Allí me comentaron que había algo llamado “debate” en el que dos equipos competían hablando, con ideas y argumentos. Vamos… ¡como el fútbol, pero con la palabra y pudiendo hacer yo un buen papel!
¿Recuerdas tu primer debate o presentación en público? ¿Cómo fue la experiencia?
Nunca me olvidaré de mi primer debate. Mi carrera en este arte está llena de anécdotas, y para esa ocasión no podía ser menos. El día antes de mi primer debate, en el barrio de El Palo en Málaga, jugando al fútbol me lesioné el tobillo y tuvieron que vendarme el pie. Al día siguiente, no me cabía el pie en el zapato por la venda y tuve que debatir en zapatillas de andar por casa. Por suerte… no lo tuvieron en cuenta, ¡y aquí estoy!
¿Quiénes han sido tus principales referentes o inspiraciones en el mundo de la oratoria?
Como una persona apasionada por la política, el primer referente en este mundo que recuerdo es Albert Rivera. Aunque quizá en mi día a día, siempre he considerado a mi padre como un comunicador excepcional.
¿Qué estrategias utilizas para prepararte antes de un debate o discurso? ¿Qué habilidades consideras más importantes para destacar?
Creo que, en esto, al menos en lo básico, no hay mucha magia: mucho estudio, mucha lectura y escuchar a quienes saben del tema. Aunque sí es cierto que en los últimos años dedico mucho tiempo a analizar al contrincante y al jurado para personalizar el mensaje lo máximo posible. Quizá esa sea una de las habilidades más importantes: ser capaz de conocer bien qué tienes que decir para persuadir. Adaptarse o morir.
¿Cómo trabajas en mejorar tus habilidades de argumentación y persuasión?
Creo que lo más útil para mí en este momento es conjugar seguir debatiendo con mi trabajo como formador y juez. No solo debatiendo se aprende a debatir, también juzgando y ayudando a otros a hacerlo podemos mejorar esas habilidades. Y en ello estoy.
¿Cuál ha sido el tema más desafiante que te ha tocado debatir?
He debatido tantos que es una pregunta complicada… pero sí que recuerdo el año pasado el debate de la Liga de debate San Ignacio en ESADE sobre si Occidente se había convertido en una sociedad victimista. Un tema complicado, en el fondo y en la forma, pero tremendamente divertido de sacar adelante.
¿Has tenido alguna derrota significativa? ¿Qué aprendiste de esa experiencia?
¡La temporada pasada fue una sucesión eterna de derrotas significativas! Antes del torneo nacional clasificatorio del pasado curso en Bilbao, donde caímos en la final, solo había perdido una de las doce finales que había disputado. A partir de esa derrota en el País Vasco, llegó otra derrota en Vigo, otra en Barcelona y otra en LEDU de Iure. De no perder una final en cinco años, a tener una dosis relevante en un solo curso. Aunque, visto lo visto, aprendimos lo suficiente para poder ganar en Argentina y redimirnos en Bilbao hace apenas un mes.
¿Asignaturas pendientes?
La gran asignatura pendiente es ganar la LEDU. No la hay más grande y simbólica en el mundo del debate y a por ello iremos en septiembre del próximo año. Y, por cierto, me gustan los aniversarios…
¿Qué temas te apasiona defender o abordar en tus discursos?
Creo que hay dos temas que siempre me han gustado especialmente: uno es la política y otro es la educación. Me he visto profundamente cómodo siempre que he tenido la ocasión de hablar de estos temas, probablemente, por formación profesional.
¿Cómo crees que el debate y la oratoria pueden impactar positivamente en la sociedad?
Ya lo he intuido en alguna respuesta anterior. Estoy plenamente convencido de que el debate y la oratoria son las actividades más útiles que existen para desarrollarnos como ciudadanos críticos en una sociedad democrática. Solo si somos capaces de ponernos en la piel del contrario para entender que en las ideas del otro también hay verdad podremos avanzar como país. El debate nos hace menos extremistas, y hace falta, urgentemente, volver al sentido común.
¿Has utilizado tus habilidades para ayudar a otros o para liderar causas en tu comunidad?
Por suerte, he tenido la oportunidad de trabajar como profesor en decenas de colegios por toda España. Creo que esa es la mejor forma de devolver a la sociedad todo lo que el debate me ha dado. No hay manera más rica de ayudar a la comunidad que ayudando a jóvenes a sumergirse en el océano del arte que tan feliz me ha hecho.
¿Cómo te imaginas usando estas habilidades en tu futuro personal, académico o profesional?
Ya sea en el mundo político, jurídico o universitario, hablar en público va a ser una obligación. Siempre he sabido que saber comunicar para mí no sería un simple añadido, sino la columna vertebral de mi trabajo. Y en eso estamos.
¿Qué consejos darías a otros jóvenes interesados en el debate y la oratoria?
Creo que no hay mejor consejo que decirles que se la jueguen, que se tiren a la piscina haya agua o no. Hay que someterse a retos constantes teniendo claro que el objetivo no es ganar, sino aprender. Sé que puede parecer ciertamente hipócrita que yo diga esto cuando me entrevistan precisamente por ganar, pero lo digo porque sé perfectamente lo que es perder. No se puede llegar lejos en debate y en oratoria sin fallar y sin entender que, pese a que cueste, uno tiene que salir a ese atril a disfrutar lo máximo posible. Así llegan las victorias.
Le dedicas buena parte a la formación de jóvenes escolares, ¿qué te aporta? ¿Hay cantera?
Me aporta una perspectiva completamente distinta a la que tenemos en debate universitario. Muchas veces la atmósfera competitiva cuando salimos del colegio nos nubla la mente. Eso no lo tenemos a nivel escolar. Me aporta también algo que creo esencial: la tranquilidad de saber que el mundo del debate y la oratoria están muy a salvo gracias al increíble talento que viene detrás. Ah, y humildad, aporta humildad… en unos años llegarán otros que nos dejarán en ridículo. ¡Estoy seguro!
¿Qué te queda a ti por aprender?
Me queda aprender a irme. Puede parecer una tontería, pero para mí no lo es. Aprender a irse es importante y llevo mentalizándome desde el año pasado. He decidido que este es mi último año completo y que la LEDU’25 será mi última competición. Gestionar esa emoción que viene es lo que tengo que aprender.
Si pudieras resumir lo que el debate y la oratoria han significado para ti en una palabra o frase, ¿cuál sería?
Esta sí que es difícil. Una palabra no, pero una frase sí que la tengo clara, y ya la pronuncié en mi discurso de agradecimiento al ganar el Mundial: “Confía en el tiempo, porque da dulces salidas a muchas amargas dificultades”. Esa frase resume todo lo que ha sido debate y oratoria para mí: muchas dificultades, confiar en el tiempo, y, al final, dulces salidas.